Fuente: www.revistacinefagia.com

ESTRENO

Hombre en Llamas. El moreno de fuego vs. los nietos de Sánchez.      (agosto 15, 2004)

Por: Marco González Ambriz
marco@revistacinefagia.com

En 1961 el antropólogo norteamericano Oscar Lewis publicó The Children of Sanchez, trabajo de investigación donde una familia de Tepito hablaba de la vida que llevaba en la vecindad conocida como la Casa Blanca. La reacción de los autoridades y la gente decente de México no se hizo esperar, con una denuncia penal que se presentó en la Procuraduría General de la República contra la obra explicando que "se trata de un libro denigrante para el pueblo de México que nos está causando un gran desprestigio en México y en el extranjero, tanto en Europa como en Canadá y Norteamérica". Curiosamente, fueron los mismos tepiteños quienes se encargaron de defender a Lewis, al mismo tiempo que el libro se publicaba en español y en 1978 se filmaba una adaptación del libro donde Anthony Quinn, Dolores Del Río y Katy Jurado interpretaban a los personajes.

¿Qué tiene que ver el libro de Oscar Lewis con Hombre en Llamas, el thriller de venganza estelarizado por Denzel Washington y dirigido por Tony Scott? Gracias a los medios de comunicación mexicanos, mucho. Para los que todavía duden que la historia se repite o crean que en este país hemos progresado en lo que a autocrítica se refiere, basta con ver el irigote escenificado por muchos compañeros del radio, la prensa y la televisión, que no se han cansado de pedirle a la gente que se abstenga de ver esta cinta, argumentando que es denigrante para el país y que apoyarla es un crimen de lesa patria.

Un ejemplo típico es el de Horacio Villalobos, conductor del programa Válvula de Escape en Telehit, que el pasado viernes 13 de agosto usó ese espacio para pedirle a las autoridades que tengan más cuidado antes de dar permiso para que los extranjeros vengan a filmar a México, exigiéndoles a nuestros funcionarios que revisen el guión para evitar que los gringos hagan películas donde se exhibe a los mexicanos como mugrosos, borrachos, mariguanos, rateros y, lo que es peor, nacos. Este tipejo, que presume de vanguardista y transgresor, manifestó su preocupación clasemediera por guardar las apariencias al repetir que Hombre en Llamas es una obra que denigra al país, llegando casi al extremo de pedir que se declare al cineasta Tony Scott como persona non grata y que se le aplique el artículo 33 constitucional (que autoriza la deportación de extranjeros indeseables) en caso de que intente profanar el territorio mexicano con su presencia.

Una encuesta informal realizada por nuestro corresponsal en Tepito (yo mero), reveló que los comerciantes del barrio recomiendan ampliamente la cinta. Creo que esta diferencia entre la hipocresía de un Horacio Villalobos y el entusiasmo de los tepiteños se explica porque a estos últimos les viene valiendo madre lo que piensen de ellos los extranjeros, mientras que para el conductor de Telehit y otros de su calaña lo más importante es olvidar que viven en un país tercermundista, lleno de gente chaparra y prieta que ni siquiera habla inglés. La "gente bonita", acostumbrada a ignorar a la servidumbre, no puede entender que los cineastas de otros países vengan a filmar inditos cuando aquí también hay mexicanos rubios, de ojos azules, que se visten y hasta hablan como gringos.

Lo peor de este escandalito es que convierte lo que es una buena película de crimen y venganza en una oportunidad para demostrar un patriotismo mal entendido. Los críticos de otros países no se han detenido a pensar si Man on Fire puede herir susceptibilidades y al comentar la cinta simplemente la han catalogado como un thriller ubicado en México, no como un tratado sociológico sobre la criminalidad en Latinoamérica o algo parecido. Como tal, Hombre en Llamas es eficiente, sin llegar a ser nada del otro mundo. Es la historia de Creasy (Denzel Washington), un ex-Marine que, como todos los héroes hollywoodenses recientes, vive atormentado por su pasado y no tiene un rumbo fijo. Durante un viaje a México para visitar a su antiguo compañero Rayburn (Christopher Walken), éste le informa de una oportunidad de trabajo que puede servirle para tratar de reconstruir su vida. Se trata de cuidar a Lupita Ramos (Dakota Fanning), la pequeña hija de un empresario mexicano casado con una norteamericana, y evitar que sea víctima de la epidemia de secuestros que actualmente azota al país.

Es fácil imaginar que la inocencia de la niña provoca un cambio en el taciturno guardaespaldas, apartándolo del alcoholismo y dándole un nuevo sentido a su vida (ni modo, esto es un requisito en todas las películas recientes de Hollywood), por lo que cuando Lupita es secuestrada por una banda que deja a Creasy malherido es obvio que éste usará todo el arsenal a su disposición para ajusticiar a los malvados. Ya lo dije, pero lo repito para los que crean que esto es un estudio antropológico: Hombre en Llamas es una película de acción donde la única meta del héroe es la venganza. Por lo tanto, los malos son unas auténticas alimañas y el objetivo del director era mostrar la forma en que el protagonista los extermina. Ni más, ni menos.

Para hacer esto Tony Scott filmó en ciudades perdidas, en callejones y basureros, poblando estos escenarios con una gran cantidad de extras morenos, bigotones, con los pelos parados, como corresponde a nuestra raza de bronce. Esto contrasta con la opulencia de la primera mitad de la cinta, que transcurre en la lujosa mansión de la familia Ramos y en restaurantes carísimos, donde los extras sí son güeritos. La diferencia entre el estilo de vida de los secuestrables y de la gente pobre es escandalosa, pero de esto no tiene la culpa Tony Scott. Hay algunos detalles que para los mexicanos, particularmente los chilangos, pueden ser llamativos, como el rave que según los personajes sucede en Neza, pero que en realidad transcurre en el cine Ópera, que está en otra zona de la ciudad, pero esto no significa que la ambientación de Hombre en Llamas sea defectuosa.

Para muchas personas Tony Scott siempre será el hermano lelo de Ridley, director de Alien y Blade Runner. Se supone que Ridley Scott es un cineasta que ha sabido imprimirle un estilo propio a sus cintas hollywoodenses mientras que Tony es un mero artesano, un director comercial ante todo. La verdad es que ni Ridley es tan bueno, ni Tony es tan malo. El primero ha hecho varias porquerías (G.I. Jane, por ejemplo) mientras que el segundo tiene algunos títulos valiosos en su haber (The Hunger, True Romance). Algo que desagrada a los críticos, y que aparece en Hombre en Llamas, es la tendencia de Tony a usar trucos de edición, filtros, emplazamientos rebuscados y otras técnicas que llaman la atención sobre el aspecto visual de la cinta. Como ellos creen que el cine debe basarse exclusivamente en el libreto y la actuación, piensan que apoyarse en la tecnología es un recurso barato. Sinceramente no entiendo de dónde sacan esta idea de que la austeridad es algo deseable. No sé ustedes, pero cuando yo voy al cine es para presenciar algo espectacular.

A los espectadores que gusten de un lenguaje visual espartano les advierto que Hombre en Llamas contiene todas las técnicas de edición, fotografía e iluminación típicas del videoclip. De todos modos, tal vez quieran verla por la actuación de Denzel Washington. Lo que podría ser un matón descerebrado al estilo de Stallone o Schwarzenegger se convierte en un personaje con cierta profundidad (pero no demasiada) gracias a la capacidad interpretativa de Washington. Su personaje ciertamente es un cliché, pero el actor logra sobreponese a lo chato del guión con una actuación que ayuda en mucho a que el público tome en serio la historia. El resto de los actores, con la excepción de Christopher Walken, Dakota Fanning y Roberto Sosa, están muy por debajo del nivel de Washington. Rachel Ticotin como la reportera intrépida, Giancarlo Giannini como el fiscal incorruptible y Jesús Ochoa como el policía cínico hacen un trabajo mediocre, mientras que los otros mexicanos que estuvieron parándose el culo diciendo que Hollywood finalmente reconocía su inmenso talento apenas son perceptibles en papeles diminutos, de meros comparsas.

Debo aclarar que Hombre en Llamas tampoco es una serie ininterrumpida de balaceras y explosiones. La primera hora de la película es un drama en el que el protagonista establece una relación con la niña a su cuidado y es a partir de la segunda hora que empieza la acción. Aunque algunas personas hayan dicho que Hombre en Llamas debería llamarse Black Rambo contra la Banda del Mochaorejas, por contener una dosis desmedida de violencia, la verdad es que el enfrentamiento entre el guardaespaldas y los secuestradores nunca llega a esos excesos. El tono de la cinta está más cerca de Kill Bill que de otras películas con un ritmo más frenético. En resumen, esta es una historia de venganza como muchas otras, que se distingue por la actuación de su protagonista y por ofender a los mexicanos que no quieren aceptar que hay maloras en el país. Nada más por eso vale la pena pagar el boleto.

Sitio Oficial: www.manonfiremovie.com

HOMBRE EN LLAMAS
(Man on Fire)
Dirección
: Tony Scott; Guión: Brian Helgeland, basado en la novela de A.J. Quinnell; Producción: Lucas Foster, Arnon Milchan; Fotografía: Paul Cameron; Música: Harry Gregson-Williams; Edición: Christian Wagner; Con: Denzel Washington (Creasy), Dakota Fanning (Lupita Ramos), Christopher Walken (Rayburn), Giancarlo Giannini (Manzano), Radha Mitchell (Lisa Ramos), Marc Anthony (Samuel Ramos), Mickey Rourke (Jordan), Roberto Sosa (La Voz), Rachel Ticotin (Mariana), Jesús Ochoa (Fuentes)
EE.UU. - México, 2004, 146 min.